Dios bendiga vuestra alma y la semilla que dejáis crecer estos días CONFINAMIENTO IV
Un poema de agradecimiento
ENCARGO
Escogieron quedarse
Vivir en ella
Comer de ella
Beber para ella
Bailar con la misma toda la noche
Crear por oficio
Cantar por trabajo
Rebañar las crisis
Constar en el apartado de artistas y toreros
Tocar un lunes a las diez de la mañana
Y cuando acaba el centrifugado
tienden la ropa
como tú y como yo
Pero cuentan las viejas sabias
que es en esos momentos de bata y calcetines
cuando no tocan
ni cantan
ni componen
ni graban
ni producen
en esos momentos de factura y alquiler
justo ahí
en medio de la nada
se lo vuelven a preguntar
con la mano en el corazón
y sin haberse quitado aún el pijama
¿Sigue valiendo la pena?
Y cuentan los sabios del lugar
que recogen las pinzas
se peinan
se lavan
se visten
se perfuman
se calzan
pillan su micro
su guitarra
sus partituras
sus loquesea
y se van a trabajar
como tú y como yo
Dios bendiga su alma
y la semilla que dejaron crecer
del libro SATÉLITES
Sonia Moreno
El lunes fue un día gris.
Llovía.
Se acercaba fin de mes.
Pagos. Cobros no recibidos.
Supongo que es por eso por lo que hoy necesitaba agradeceros que sigáis remando fuerte.
Sentirme cerca de vosotr@s.
Enviaros mi admiración por seguir haciendo lo que hacéis en el día a día.
Sentirme acompañada al respirar más hondo.
Y recordar que estamos junt@s en esto.
¡Hay tantas vocaciones que se intensifican en estos días! Queremos aportar desde lo que sabemos hacer. Queremos ayudar, y no sabemos muy bien cómo.
Este es un poema del libro «Satélites, poemas sobre la voz, historias de música y músicos»
En su día fue escrito para mis compañeros músicos
¡He aprendido tanto de ellos durante estos años!
De su perseverancia.
De su impulso creativo.
De su apuesta por el arte, lo sutil, lo bello, lo conmovedor de los sonidos y sus armonías.
De la alquimia que significa sostener un oficio artístico en una estructura social en la que, a veces, todavía te preguntan si puedes vivir de la música.
Un buen día, cuando éramos pequeños, nos preguntamos ¿y yo, qué quiero ser de mayor?
Como adultos, nos hemos colocado en un lugar laboral desde el que, seguramente, crecemos y nos vamos desplegando como humanos.
Es justo esa actividad laboral la que hemos tenido que parar (algunos) o reinventar (la mayoría) para mantenernos sanos y salvos durante esta crisis.
Hoy siento que este poema es universal. Que puedo agradecer con él vuestra vocación, sea la que sea. A tod@s y cada un@ de los que estáis trabajando. Sosteniendo la incertidumbre. Viviendo el ahora como nunca lo habíamos vivido a nivel global.
Comenzando por los sanitarios. Mis respetos.
Y siguiendo por TANTOS otros que, lo sabéis, también aportáis cada día en esta nueva estructura para poder sostenerla.
Quizás no todos salís en los post de isntagram, pero vuestra familia os ve salir de casa cada día.
Y aunque vivamos desde la pantalla, a través de skype, zoom, y todas estas aps que acabamos de descubrir, también remamos ¡Vaya que sí!
Desde casa. O desde tu lugar de trabajo habitual pero con mascarillas y guantes y medidas de seguridad dignas de cualquier saga de ciencia ficción.
Todo@s formamos parte de la misma máquina.
Creo que siempre estuvimos unidos, pero que nunca como ahora se ve tan claro y transparente.
Mis ánimos desde aquí para los que este confinamiento les dejaron sin trabajo.
Mucha luz. Mucha fuerza.
Y mucha serenidad para encontrar el nuevo lugar que, seguro, espera a ser abierto detrás de una nueva puerta.
Gracias a cada uno, a cada una, por la semilla que aún estáis dejando crecer.
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